Primero de mayo de 2024: no hay democracia sin sindicatos

Primero de mayo de 2024: no hay democracia sin sindicatos

Demonstrators take part in an International Workers’ Day rally in Surabaya, Indonesia on 1 May 2023.

(Juni Kriswanto/AFP)
Opinions

A lo largo de este histórico “año superelectoral” van a votar unos 4.000 millones de personas en más de 40 países. A pesar de ello, la democracia en el mundo, y especialmente los derechos sindicales, se encuentran gravemente enfermos y requieren atención urgente. El movimiento sindical mundial es el mayor movimiento social del planeta. Constituimos un elemento esencial de los sistemas democráticos saludables y poseemos los valores democráticos y la experiencia necesaria para movilizarnos Por la democracia.

El deterioro de la democracia resulta evidente. Está debilitándose en todas las regiones. Desde 2018, por sexto año consecutivo, los países que experimentan un retroceso neto en su desempeño democrático superan a los que registran avances, según el Informe de 2023 sobre el estado de la democracia en el mundo del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA Internacional), con sede en Estocolmo.

En el Democracy Index, elaborado por la Economist Intelligence Unit, que evalúa anualmente el estado de la democracia en todo el planeta, la puntuación global es de 5,22 en 2023, por debajo del 5,29 de 2022, debido a que los conflictos y las guerras intensifican las ya preocupantes tendencias antidemocráticas. El estudio revela que, aunque el 45,5% de la población mundial reside en algún tipo de democracia, únicamente el 7,8%, es decir, menos de uno de cada diez, vive en una “democracia plena”, mientras que el 39,4% se encuentra bajo regímenes autoritarios.

Esta tendencia antidemocrática es paralela a los ataques contra la afiliación sindical que están ocurriendo a nivel mundial. En el Índice Global de los Derechos de 2023, elaborado por la Confederación Sindical Internacional (CSI), las violaciones de los principales derechos laborales alcanzaron nuevos máximos: en el 87% de los países se ha vulnerado el derecho de huelga y en el 79% se vulneró el derecho a la negociación colectiva. El Índice ha documentado el empeoramiento de estas cifras a lo largo de diez años.

Este aumento de las violaciones de los derechos sindicales va de la mano del ascenso simultáneo en la desigualdad económica y la inseguridad. En aquellos países con altas tasas de densidad sindical y cobertura de convenios colectivos, la riqueza y el poder se distribuyen de manera más equitativa y la ciudadanía confía más en la democracia. En 2023, el Instituto V-Dem identificó a Noruega –cuya densidad sindical alcanza el 49% y la cobertura de convenios, el 72,5%– como la democracia más deliberativa e igualitaria del mundo. A pesar de ello, una investigación ha revelado que la “densidad sindical ha caído en todo el mundo desarrollado y, en la mayoría de los países, también se ha reducido la ventaja salarial del personal sindicalizado”.

Las políticas de austeridad del capitalismo avivan el auge de nuevas formas de fascismo, nacionalismo, populismo y xenofobia. Según un estudio de 2022, que analizó doscientas elecciones en Europa, estas políticas han desencadenado un aumento notable en los votos hacia partidos extremistas, una reducción en la participación electoral y un incremento en la fragmentación política. En lugar de fortalecer las economías para afianzar un estado social más inclusivo, las políticas de austeridad conllevan la privatización de los beneficios y la socialización de los costos.

Esto equivale a traicionar la confianza del electorado. La historia nos enseña que las personas trabajadoras inevitablemente apoyan las alternativas que prometen atender sus necesidades, y el populismo explota este necesidad con el objetivo de ganar elecciones, para después desmantelar los elementos de la democracia que les llevaron al poder.

Ninguna región del mundo escapa al auge de las fuerzas antidemocráticas, un fenómeno que coincide con varias crisis globales convergentes. Los conflictos armados se intensifican, la emergencia climática avanza a pasos agigantados, la crisis de deuda demanda atención inmediata y el crecimiento descontrolado de la tecnología entraña graves riesgos sociales.

Es hora de movilizarse Por la democracia

Para contrarrestar estas tendencias, necesitamos un movimiento auténticamente democrático, que trascienda fronteras, una a todos los grupos sociales y posea la fuerza y la responsabilidad suficientes para alterar el equilibrio de poder en cada lugar de trabajo, país e institución internacional. Nosotros somos ese movimiento, porque la democracia es un proyecto de los trabajadores y las trabajadoras.

Es hora de que nosotros, los sindicalistas, asumamos activamente nuestro papel como los principales practicantes, luchadores y defensores de los valores democráticos, que ponemos en práctica cada día.

Por ello, la CSI ha lanzado la campaña Por la democracia, con el fin de defender los pilares de la democracia en tres ámbitos críticos: en el trabajo, a nivel nacional y a escala mundial.

Por la democracia en el trabajo: Porque no hay democracia sin sindicatos, reivindicamos nuestro derecho a la libertad de asociación, a la organización sindical y al derecho de huelga. Exigimos la negociación colectiva y el diálogo social, igualdad de trato para todos los trabajadores, igualdad de poder en las decisiones que afectan a nuestra salud, seguridad, medio ambiente y oportunidades laborales, el fin de la violencia y el acoso en el lugar de trabajo, así como democracia y representación en nuestras estructuras sindicales.

Por la democracia en la sociedad y a nivel nacional: Reafirmamos el derecho a la protesta y a la libertad de expresión; una prensa libre es fundamental para garantizarlos. En el Día Mundial de la Libertad de Prensa (3 de mayo), debemos defender el papel vital de los periodistas en las democracias sólidas, para denunciar las injusticias y concienciar a la sociedad, sin temor a ataques, ni persecuciones. Exigimos una verdadera igualdad de género, sistemas fiscales equitativos para financiar la protección social universal y una transición justa que respalde a todos los trabajadores. Nos oponemos firmemente a las ideologías de extrema derecha impregnadas de odio y a la influencia corporativa en la elaboración de las políticas nacionales.

Por la democracia a escala mundial: Demandamos la reforma de las estructuras económicas internacionales para establecer sistemas inclusivos que prioricen el bienestar público, los derechos humanos y las normas laborales sobre el lucro privado. Exigimos la protección y la promoción del multilateralismo democrático representativo, así como una cooperación mundial equitativa para alcanzar la paz universal y la seguridad común.

En el centro de la campaña Por la democracia se encuentra la reivindicación de un nuevo contrato social; una reestructuración de la economía mundial centrada en las voces de los trabajadores y fundamentada en los pilares del empleo, los derechos, los salarios, la protección social, la igualdad y la inclusión, para hacer frente a las crisis simultáneas que están ocurriendo en el mundo. Solo un enfoque democrático y participativo que permita a la fuerza laboral moldear su propio futuro puede establecer un nuevo contrato social, y sólo a través de este nuevo contrato social podemos garantizar la reconstrucción sostenible de la democracia.

Este primero de mayo debemos recordar lo que los sindicatos han hecho por la democracia en el pasado, y aprovechar su fuerza colectiva para defender y reconstruir la democracia ahora y en el futuro. La campaña Por la democracia es un llamado urgente a trabajadores, sindicatos y aliados de todo el mundo para que se unan y se movilicen en defensa del cambio democrático. La democracia no es simplemente un ideal político; es una realidad vivida, y son las personas trabajadoras quienes están más capacitadas para definirla, protegerla y fomentarla.