Chhim Sithar, sindicalista camboyana tras recobrar la libertad: “Voy a volver a encabezar la lucha para que se respeten nuestros derechos”

Chhim Sithar, sindicalista camboyana tras recobrar la libertad: “Voy a volver a encabezar la lucha para que se respeten nuestros derechos”

In a conversation with Equal Times, Chhim Sithar discusses her commitment to defending workers’ rights in Cambodia, her years of detention, and what her future holds – particularly whether her plans may involve the still unresolved labour conflict at NagaWorld. Phnom Penh, 2019.

(Enric Català Contreras)

A sus 36 años, Chhim Sithar acaba de salir de la cárcel tras cumplir una condena de dos años. Esta sindicalista fue declarada culpable por el régimen camboyano de “incitación a cometer un delito grave”. ¿En causa? Defender los derechos de los trabajadores del casino Nagaworld, el mayor establecimiento de juego de Camboya, situado en pleno corazón de la capital, Nom Pen.

En 2021, aproximadamente 1.300 empleados del casino, en su mayoría miembros del sindicato que Chhim Sithar dirige, el Labor Rights Supported Union of NagaWorld Employees (LRSU), habían sido despedidos so pretexto del mal rendimiento económico obtenido a raíz de la pandemia de covid-19. Sin embargo, la empresa, que cotiza en la bolsa de Hong Kong, declaró ese año unos beneficios brutos de más de 22 millones de dólares.

Chhim Sithar afirma que el principal objetivo de los despidos era socavar la influencia del LRSU en el seno de la empresa, puesto que el sindicato estaba a punto de alcanzar un índice de representación del 50% de los empleados del casino, lo cual, según la legislación camboyana, le habría permitido participar en las negociaciones colectivas anuales. Así pues, para exigir la readmisión de los empleados despedidos, la dirigente sindical organizó una serie de manifestaciones que pasaron a ser de las mayores registradas en Camboya en los últimos 10 años. Hasta que fue detenida en enero de 2022.

Su lucha traspasó las fronteras de Camboya: varias federaciones sindicales internacionales, como la Confederación Sindical Internacional, y organizaciones de defensa de los derechos humanos, como Amnistía Internacional, se solidarizaron con su caso. En febrero de 2023 recibió el Premio Anual Global a Defensores de Derechos Humanos de la Secretaría de Estado estadounidense.

Chhim Sithar habla con Equal Times de su compromiso con la defensa de los derechos de los trabajadores en Camboya, de sus años en la cárcel y de sus futuros proyectos, mientras el conflicto social en Nagaworld sigue sin resolverse.

Usted fue puesta en libertad el 16 de septiembre de 2024, después de haber pasado dos años encarcelada en el Centro de Detención Correccional n.º 2 de Nom Pen. ¿Puede describir las condiciones en las que estuvo detenida?

Fue muy difícil, sobre todo por el hacinamiento. La celda medía unos 55 metros cuadrados y cuando llegué éramos unas 60 presas. Había un solo retrete y un solo grifo para lavarse y lavar la ropa. Al final de mi detención las cosas habían mejorado un poco, ya que éramos “solo” 40 personas en la celda. Por suerte, los guardias y demás reclusas me trataron bien. En Camboya, determinadas figuras públicas reciben un trato especialmente malo en la cárcel, pero no fue mi caso. Mis compañeras habían oído hablar de mi lucha por los empleados de Nagaworld y me respetaban por eso, con lo que tenía derecho a un poco más de espacio para dormir. También me resultaba bastante fácil recibir visitas de mi familia y que me trajeran comida de fuera para no tener que comer la comida infecta que se preparaba en la cárcel.

Ya ha cumplido su condena. ¿Qué va a hacer ahora? ¿Va a reanudar la lucha por los empleados de Nagaworld, y con qué objetivo?

La movilización de los empleados de Nagaworld no ha llegado a pararse del todo, ni siquiera mientras estuve en la cárcel. Ahora que he salido, voy a volver a encabezar la lucha para que se respeten nuestros derechos. Tras los despidos de 2021 presentamos nueve reivindicaciones, ninguna de las cuales recibió una respuesta satisfactoria. Estas pueden clasificarse en varios puntos principales: la readmisión de los empleados despedidos, en particular los miembros del sindicato; una indemnización seria, que tenga en cuenta las pérdidas de ingresos de las personas que se vieron privadas de su empleo; y la mejora de las condiciones de trabajo, en particular mediante la aplicación de directrices para proteger mejor a las trabajadoras, que se ven regularmente acosadas por los clientes. Cerca de 400 de los 1.300 empleados despedidos siguen apoyando el movimiento. De estos, aproximadamente 80, entre los que me incluyo, estamos exigiendo recuperar nuestro trabajo.

Si reemprende la lucha, ¿no teme tener que enfrentarse de nuevo a la justicia?

Siempre he hecho lo contrario de lo que me han dicho. Cuando era pequeña iba adonde mis padres me decían que no fuera. Más tarde me dijeron que la educación superior no era para las mujeres, así que fui a la universidad. En el caso de Nagaworld, no pienso parar; no quiero haber pasado dos años en la cárcel para nada. Si me vuelven a meter en la cárcel por mi compromiso sindical, que así sea. También soy consciente de que la represión puede ir aún más lejos, como ocurrió durante las grandes manifestaciones de 2014, en las que varias personas murieron por el simple hecho de reclamar mejores condiciones de trabajo y mejores salarios. Estoy preparada para cualquier situación, incluso la más sombría.

¿Por qué continuar la lucha?

Estoy convencida de que si se permite que Nagaworld vulnere libremente los derechos de los trabajadores, otras empresas también lo harán. Por supuesto que en Camboya hay empresas donde el diálogo social funciona relativamente bien. Pero se tiende más bien a recortar las libertades sindicales para maximizar los beneficios de las empresas. Es evidente que el país necesita inversiones de empresas privadas, pero también necesitamos unas condiciones de trabajo decentes, no que se nos explote. Solo los sindicatos independientes pueden lograr estos cambios para que los trabajadores puedan vivir mejor y trabajar en mejores condiciones.

Las manifestaciones de los trabajadores de Nagaworld se convirtieron en uno de los mayores movimientos sociales de la última década en Camboya. Pero fueron violentamente reprimidas por las autoridades. ¿De qué manera se les presionó a usted y a los manifestantes?

No esperábamos que las autoridades interviniesen en un conflicto social que tenía lugar en el seno de una empresa privada. Los dirigentes municipales iban a ver a las familias de los manifestantes para que obligaran a estos a no sumarse a las protestas, diciéndoles que se trataba de un movimiento contrario al gobierno. Diversos agentes de institutos de microfinanciación amenazaron a varios de nuestros miembros con no concederles un préstamo si se unían a las manifestaciones. El gobierno decía que estábamos fomentando una “revolución de color” [expresión utilizada a menudo por el gobierno para describir las acciones de sus oponentes], lo cual es evidentemente ridículo: ¡se trataba de un conflicto social con una empresa privada, no de una tentativa de revolución!

Por lo que a mí respecta, la represión ha sido sistémica y despiadada. Si no me equivoco, soy la única dirigente sindical del país que ha sido condenada a dos años de cárcel, lo que constituye la pena máxima por el cargo de “incitación” por el que fui condenada. El gobierno me ha utilizado para dar ejemplo. Con mi condena se enviaba un mensaje claro: “No queremos que otros se inspiren en tu lucha. Visto que tú no quieres detenerte, nosotros te vamos a detener”.

En junio, la ONG de derechos humanos CENTRAL publicó un informe sobre los obstáculos a la libertad de asociación en Camboya. Desde entonces, la organización ha sido objeto de un procedimiento administrativo que podría conducir a su cierre. ¿Qué dice este informe y qué transmite la reacción de las autoridades respecto a la situación actual de la libertad sindical en Camboya?

La situación de los sindicatos es muy peligrosa. Después de mi caso y el del LRSU, el reciente ataque contra CENTRAL resulta especialmente preocupante. A tenor del gobierno, Camboya un paraíso para los sindicatos, con miles de organizaciones sindicales en el país. Pero las organizaciones de defensa de los derechos de los trabajadores, como CENTRAL, pintan un panorama muy distinto: el último informe de la organización menciona numerosas violaciones de los derechos de los trabajadores, lo que contradice la retórica gubernamental. Así que no es de extrañar que el gobierno intente impedir que organizaciones de este tipo funcionen correctamente.

Desde hace varios años, la proliferación de sindicatos no independientes próximos al gobierno impide que los sindicatos independientes puedan participar en el diálogo social. La Ley de Sindicatos de 2016 dificultó mucho más la representación: desde entonces, los sindicatos independientes son cada vez más débiles, y los espacios de libertad se están reduciendo. La ley estipula, por ejemplo, que un sindicato de trabajadores debe representar una mayoría absoluta de trabajadores [50% + 1 empleado] para poder convocar legalmente una huelga. Con la proliferación de sindicatos pequeños alineados con el gobierno resulta prácticamente imposible alcanzar ese umbral.

Antes de los despidos de finales de 2021, y de las posteriores huelgas, el LRSU estaba a punto de alcanzar un índice de representación del 50% de los empleados de Nagaworld, ¿no es así?

Sí, así es. Y no cabe duda de que muchos miembros del sindicato fueron despedidos por eso. Tras convocar una primera huelga en 2019 para exigir aumentos salariales, se nos consideró peligrosos. Y la dirección intentó entonces perjudicarnos con los despidos masivos. Pero lo que queríamos era simplemente unas condiciones de trabajo mejores.

A pesar de este sombrío panorama, ¿se siente usted optimista de cara al futuro?

Resulta crucial seguir luchando. Si queremos que se respeten las libertades fundamentales, es preciso hacer uso de ellas: es nuestro deber seguir alzando la voz y movilizándonos para defender nuestros derechos. No podemos quedarnos callados por miedo a la cárcel o a que nos despidan. Si no hacemos nada, es evidente que nada va a cambiar. Pero si intentamos luchar, quizás podamos desencadenar un cambio. El gobierno suele acusar a los representantes sindicales de no trabajar por el interés de Camboya. Pero lo cierto es que nuestros objetivos son compatibles. Por ejemplo: nuestra lucha para conseguir unos salarios y unas condiciones de trabajo mejores contribuye a reducir la pobreza en el país; y ese es uno de los objetivos del gobierno.

This article has been translated from French by Guiomar Pérez-Rendón