El movimiento “Run”: jóvenes profesionales chinos que huyen de la pobreza y la represión de la ‘covid cero’

El movimiento “Run”: jóvenes profesionales chinos que huyen de la pobreza y la represión de la ‘covid cero'

A Chinese couple watch the sunset over the Bosphorus during their passage through Turkey.

(Marga Zambrana)

Xue Yuhe está de tránsito en Estambul de regreso a China después de varios años estudiando en Europa. En uno de los múltiples restaurantes chinos que han germinado estos años en el centro de la ciudad del Bósforo, el joven graduado degusta con fruición unos fideos uigures. Estudia la manera de volver a salir de China, quizás con un posgrado europeo.

“¿No has oído hablar del movimiento ‘run’?”, avanza Xue (que prefiere no utilizar su nombre real) a Equal Times –él usa el ideograma ‘rùn’ (润) para explicar por qué muchos jóvenes quieren huir de China–. El término se traduce como “beneficio”, pero desde 2021 es un neologismo que, por similitud fonética con el inglés ‘run’ (huir), se ha convertido en el equivalente de “emigrar” para una nueva generación de jóvenes con formación.

Asegura que en su entorno al menos un 10% de sus conocidos quieren huir, y todos conocen a algún joven que ha emigrado o quiere hacerlo. Muchos compañeros de Xue están desempleados, preparando posgrados o exámenes de funcionario. Días después de regresar a su país, Xue corta la comunicación: la policía de su ciudad lo ha invitado a “tomar un té”, eufemismo para indicar que ha sido interrogado.

Si China es ya la segunda potencia económica, ¿por qué sus jóvenes huyen?

La represión política, unida a la falta de perspectivas económicas y profesionales, agravadas por la política de ‘covid cero’, son los principales motivos explicados por Xue y otros entrevistados para desear abandonar su país.

Turquía es lugar de tránsito para esta nueva ola de migración de jóvenes profesionales y pequeños empresarios que sueñan con llegar a Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, o Europa, aunque no descartan otros países asiáticos, como Japón.

El último acto antes de que Winston Huang (nombre ficticio) se despidiera de China fue sumergirse en el bíblico Libro del Éxodo. Vivir bajo el sistema político había dejado inquieto a este joven de 28 años de Shenzhen. La reciente pandemia no hizo más que añadir motivos para buscar una salida.

Su despertar político llegó en la adolescencia a través de un documental sobre el “incidente del 4 de junio” (la matanza de Tiananmen de 1989) y la Trilogía del pueblo de Frank Dikötter. Navegando por redes privadas virtuales (VPN) y accediendo a sitios web de noticias extranjeros, se familiarizó con la corrupción en China. Años de observación le llevaron a resumir China como un Estado en “desmoronamiento, colapsado”.

En 2016, Huang decidió emigrar a Japón, a pesar de la oposición de su familia. Él lo veía como su única oportunidad de recuperar una vida con sentido. Tardó más de cinco años en ahorrar para matricularse en una escuela de japonés. El día antes de su partida en 2022, Huang recibió una visita inesperada de la policía china. “Pasaban por allí para ofrecerme sus ‘amables’ consejos, advirtiéndome que estudiara con diligencia, que tuviera cuidado con las estafas, que estuviera atento a la pandemia y a qué país iría”, cuenta a Equal Times. Este encuentro no fue del todo sorprendente para Huang, ya que anteriormente se había enfrentado al escrutinio del departamento de seguridad del Estado por usar VPN para acceder a sitios web extranjeros, la única vía para obtener información no censurada.

Huang es uno de los pioneros de la reciente oleada de emigración china. Se marchó en abril, durante el cierre de Shanghái, que marcó el inicio de un mayor interés de los chinos por abandonar el país.

Según datos públicos de WeChat, el 15 de marzo de 2022 hubo 16 millones de búsquedas relacionadas con “yimin”, el carácter chino para “emigrar”. Apenas un mes después, las búsquedas subieron a 72 millones (Shanghái no se abrió hasta finales de 2022). Para octubre de 2023, se dispararon a 510 millones.

A medida que se intensifican los debates sobre la emigración, también lo hace la sensibilidad que rodea al tema. WeChat eliminó discretamente el término de su base de datos estadísticos, mientras que redes chinas como Baidu y Weibo dejaron de proporcionar análisis de palabras clave tras el cierre en Shanghái.

Huyendo de la política de ‘covid cero’

La mayoría no se había planteado antes la emigración. Personas como Joe Cheng, de Wuhan y candidato a estudiar en Estados Unidos, nunca lo barruntó hasta hace poco. “¿Quién habría imaginado que semejante estrategia de encierro pudiera ocurrir en el siglo XXI?”, se pregunta. Más de diez de sus amigos de la Generación Z se han trasladado a Japón, Europa, Australia, Estados Unidos, Canadá e incluso Vanuatu. Cheng insiste en la urgencia de aprovechar cualquier oportunidad de escapar, independientemente del destino.

Los casi tres años de política de ‘covid cero’ impuesta por el líder Xi Jinping no sólo han generado resentimiento, sino también presión económica, especialmente entre los jóvenes. La gran locomotora china ha dejado de crecer a gran ritmo, según el FMI.

La Oficina Nacional de Estadística de China publicó en diciembre de 2023 que las tasas de desempleo de las personas de 16 a 24, 25 a 29 y 30 a 59 años (excluidos los estudiantes) se situaban en el 14,9%, 6,1% y 3,9%, respectivamente. En particular, los dos primeros grupos de edad registraron tasas superiores a la media global del 5,1%. Antes de que se revisara el método estadístico en agosto del año pasado, la tasa de desempleo entre los jóvenes de 16 a 24 años pintaba un panorama más sombrío: del 17% al 21% durante los primeros seis meses.

Aunque las autoridades chinas no imponen restricciones a las salidas, el escrutinio se ha intensificado. Cheng fue testigo de cómo una familia era interrogada por las aduanas chinas durante más de diez minutos durante su primer viaje fuera de China, tras el levantamiento de la prohibición de viajar en diciembre de 2022. En el pasado, las familias eran consideradas objetivos de bajo riesgo para las inspecciones aduaneras.

Si Cheng no es admitido este año en EEUU, seguirá intentándolo, incluso baraja Japón. A sus 30 años, piensa seguir presentando solicitudes, pero Estados Unidos no es su único objetivo. Su aspiración es investigar desde el extranjero posibles transiciones para mejorar China. Sin embargo, a menos que surja un entorno más abierto a las reformas, no tiene intención de regresar.

Tanto Huang como Cheng consideran que el título de segunda economía del mundo no es más que una ilusión. Coinciden en que la ciudadanía no ha cosechado los beneficios esperados desde que Deng Xiaoping iniciara en 1978 su “reforma económica”, la adopción de un capitalismo de Estado. Cheng señala la creciente desigualdad en el reparto de la riqueza. Huang, que reside en Japón con un visado de estudiante, está satisfecho con su vida actual. El sistema y el orden nipones han superado sus expectativas. Aspira a encontrar trabajo y establecerse permanentemente después de graduarse. En vísperas de partir, Huang se sinceró con su familia: “Aunque muera, no quiero que mis cenizas vuelvan a China”.

Vías migratorias irregulares

En su huida de China, muchos viajan a través del gran hub de Estambul, de ahí a algún país africano y luego a Ecuador, donde no necesitan visado. Desde allí toman la ruta de millones de migrantes latinoamericanos para entrar irregularmente en Estados Unidos. Según las aduanas estadounidenses, en 2023 más de 37.400 inmigrantes chinos entraron de forma irregular en EEUU por su frontera sur, lo que multiplica por 50 el dato de 2021. Hay una expresión de reciente cuño en la Internet china para referirse a lo que están haciendo: Walking the line (zouxian), cruzar la frontera.

Cui Yingjie, estudiante de programación de 26 años, llegó a Nueva York con su esposa en busca de asilo político en 2023 tras pasar por Malasia. “Salí por motivos políticos. Desde muy joven me adoctrinaron en la falsedad del Partido Comunista de China (PCCh). Al burlar la censura y profundizar en la verdadera historia de China y en las fechorías del PCCh, anhelaba la libertad, la democracia y el Estado de derecho. La serie de calamidades políticas, como la enmienda a la Constitución por parte de Xi Jinping para perpetuarse como presidente, la violación de la autonomía de Hong Kong y la política de ‘covid cero’ me hicieron sentir desesperanzado”, explica.

“He notado un aumento de quienes quieren irse de China en el último año, cada vez más personas me preguntan por la vida en Estados Unidos, expresan su frustración por la escasez de empleo, el cierre de empresas y la lucha por llegar a fin de mes en China”, señala el joven.

“Curiosamente, algunas de estas personas eran partidarias del régimen comunista hace sólo unos años. Por otro lado, una parte sigue convencida por la propaganda del PCCh, creyendo que China es el lugar más seguro y que el resto del mundo está sumido en el caos”, añade Cui. Atribuye el desarrollo económico chino “al trabajo duro del pueblo” explotado por los dirigentes del Partido, y cita como ejemplos de la falta de derechos políticos el hecho de que el régimen haya arrebatado la libertad y la riqueza de nuevos ricos como Xu Jiayin y Jack Ma. Este joven recuerda las palabras del difunto primer ministro Li Keqiang, que hizo público en 2020 que unos 600 millones de chinos viven con menos de 140 dólares al mes.

Desde empresarios de pymes a fuerzas de seguridad

Alice llegó a Nueva York con sus dos hijos en 2023. Esta diseñadora de 40 años de creencias cristianas dice que huyó en busca de libertad. La libertad de culto no está permitida en China, solo a través de instituciones sancionadas por el PCCh. Las draconianas prohibiciones impuestas por la política de ‘covid cero’ acabaron de convencerla: “Durante tres años de pandemia, nos hicieron pruebas de ARN 300 días al año, ¡fue aterrador!”, nos explica. También pesaron los motivos económicos. “Cerraron un gran número de fábricas y muchos perdieron sus empleos en 2023. De diez millones de graduados, solo uno de cada diez encuentra trabajo. Hay mucha pobreza en la clase media. Cada vez más personas quieren abandonar China”, asegura.

Jack es un expolicía chino de 30 años de Xinjiang que trabaja en un almacén en Los Ángeles. “Mis superiores eran todos muy corruptos: malversaban, aceptaban sobornos e intimidaban a la gente, la golpeaban con violencia”, explica a Equal Times. Tras el parón económico, “muchos chinos quieren irse, los ingresos del pueblo son muy bajos”. Su amigo Sunny es un empresario en sus 40, antiguo propietario de una fábrica de zapatos en Zhejiang y arruinado por la pandemia. “Los controles impuestos por la pandemia hundieron mi negocio, sufrí graves pérdidas”. Tampoco ve futuro para los jóvenes, “no basta con que vayan a la universidad, la gente está asfixiada por los gastos de vivienda y la atención médica”, asegura también desde Los Ángeles.

Esta oleada migratoria poscovid es “peculiar”, explica a Equal Times el director del Instituto Max Planck de Antropología Social Biao Xiang, que ha estudiado los movimientos migratorios de China desde 1970.

Aunque el porcentaje de emigrantes chinos es bajo, al tener una población gigantesca, estos representaban, ya hace una década –cuando la población china rondaba los 1.400 millones de personas–, un 4% de la migración global. Con la reforma económica del 78, se originaron dos tipos de migración: cualificada y no cualificada. La primera, formada por elites profesionales ricas en busca de oportunidades, tenía como destino Norteamérica y Europa, y representaban un 85% de los visados EB-5 estadounidenses para inversores. La segunda, frenada hasta esta nueva ola, estaba compuesta por trabajadores en busca de mejores salarios y calidad de vida, y usaban redes irregulares para emigrar.

“Lo que presenciamos hoy, a partir de 2023, es que esa clase media, educada y urbana, la elite, está usando métodos irregulares para cruzar fronteras y solicitar asilo político. Hay dos causas, la primera es la covid, que ha sido un duro golpe para la economía china, y la segunda es la política de ‘covid cero’, tan brutal que muchos jóvenes se sienten desilusionados. La gente esperaba que la economía se recuperara y hubiera más libertades sociales después de la covid, pero no ha sido así”. El económico, concluye, es un problema estructural de China que requerirá un cambio radical.

This article has been translated from Spanish.