La atención a las personas mayores en Australia, entre avances históricos y desafíos enormes

La atención a las personas mayores en Australia, entre avances históricos y desafíos enormes

Jocelyn Hofman, a la izquierda, y Linda Hardman, delante de la sede de la New South Wales Nurses and Midwives Association, en Sídney el 1 de octubre de 2024, han librado una larga batalla a favor del aumento de los salarios de las trabajadoras del sector de la atención a las personas mayores en Australia.

(Léo Roussel)

Linda Hardman había comenzado a perder la paciencia. Auxiliar de enfermería en residencias de ancianos desde hace más de 20 años, nunca había experimentado avances tan importantes respecto de sus condiciones de trabajo como los registrados en los dos últimos años.

Estos avances consisten en aumentos salariales y el reconocimiento de una profesión “infravalorada” por las más altas instancias australianas. El cielo parece por fin despejarse para Linda, y para toda su profesión, después de años de lucha. “[En el pasado], hemos tenido los aumentos habituales obtenidos mediante negociaciones con las empresas, pero siempre hemos estado mal remuneradas”, indica.

Sin embargo, en marzo, la Fair Work Commission, tribunal encargado de las relaciones de trabajo en Australia, tomó una decisión histórica para las auxiliares de enfermería y otras trabajadoras de las residencias de ancianos o a domicilio. Reconociendo una “infravaloración” del conjunto de profesiones del sector, el organismo regulador ordenó un aumento de los salarios base de hasta un 28,5%. Se trata de un incremento que tiene en cuenta un aumento del 15% ya anunciado a finales de 2022 por el Gobierno australiano.

Fue una victoria para los diferentes sindicatos que plantearon esta cuestión a la Fair Work Commission, como el Health Services Union (HSU) y la Nurses and Midwives Federation Association (NMFA), pero sobre todo para las numerosas trabajadoras empleadas en este sector esencialmente femenino.

Inflación y salarios bajos

Cabe mencionar que la situación se había vuelto insoportable en estos últimos años. Entre la pandemia de covid-19, el aumento del coste de la vida en Australia y unas condiciones de trabajo muy deterioradas, Linda celebra las decisiones de la Fair Work Commission y del Gobierno.

“Vivo sola y soy viuda. Tengo tres hijos adultos y cinco nietos y vivo de alquiler […] Si a eso añadimos el incremento del coste de la vida… no cabe duda de que mi calidad de vida mejorará cuando reciba este aumento”, afirma la auxiliar de enfermería.

En Australia, la inflación alcanzó el 7,8% en su punto más alto en diciembre de 2022. Y las grandes ciudades del país sufrieron una crisis importante de la vivienda. La región de Illawarra, en el sur de Sídney, donde vive Linda, también se ha visto afectada.

“Me han aumentado el alquiler dos veces sucesivas. Esto te obliga a hacer cálculos y tener cuidado […] El aumento salarial va a cambiar un poco la situación”, explica la delegada sindical, que se jubilará dentro de tres años.

Hasta donde llega su memoria, Jocelyn Hofman tampoco se acuerda de haber obtenido una victoria tan importante, aunque lleva muchos años luchando para lograr mejores condiciones de trabajo con la New South Wales Nurses and Midwives Association (NSWNMA), el sindicato principal de enfermeras y auxiliares de enfermería en el estado de Nueva Gales del Sur.

Esta enfermera diplomada, originaria de Filipinas, trabaja desde 1987 en el sector de la asistencia a personas mayores. Cuando le preguntamos si ya ha obtenido un aumento así a lo largo de sus 37 años de carrera, se le escapa una risa acusadora: “¡Dios mío, no, nada tan bueno!”.

También aplaude las decisiones recientes. “Ya no podíamos hacer frente a los gastos de la vida”, reconoce. Pero es muy consciente de que estos aumentos salariales no bastarán. “En realidad, es una rectificación porque se nos pagaba entre un 10 y 15% menos que en el sector público de la salud”, matiza Jocelyn Hofman –miembro del consejo del sindicato en Nueva Gales del Sur–, quien también afirma que esta victoria está lejos de ser el fin: “solo es el comienzo”.

Atención a las personas mayores, una profesión compleja poco reconocida

Las diferentes personas entrevistadas cuentan que esto se debe a que el sector está de capa caída desde hace muchos años. Concretamente desde 1997, a raíz de la decisión de desregulación tomada por los políticos conservadores –que se encontraban entonces en el poder–, decisión que permitió que la atención a las personas mayores se encuentre en manos del sector privado.

“Uno de los problemas principales es que dependemos de un mercado privado e instituciones con ánimo de lucro para prestar servicios de atención a las personas mayores en virtud de esta fantasía neoliberal según la cual la competencia produce una atención de calidad”, denuncia Sara Charlesworth, profesora emérita del Instituto real de tecnología de Melbourne. Estos últimos años, sus investigaciones se han centrado en las desigualdades de género en el empleo y en la baja remuneración de los sectores en los que tienden a predominar las mujeres en el mercado de trabajo.

Ha seguido muy de cerca la situación de las trabajadoras del sector de la atención a las personas mayores y ha intervenido en varias ocasiones ante las jurisdicciones australianas para aportar sus conocimientos especializados sobre el tema.

Un ejemplo de ello fue durante una comisión real de investigación, puesta en marcha por el Gobierno del primer ministro conservador Scott Morrison en 2018, a raíz de las revelaciones sobre las negligencias y los abusos en el sistema de atención a las personas mayores. Más recientemente también ha comparecido ante la Fair Work Commission.

“Presenté pruebas sobre el hecho de que el trabajo con las personas mayores está profundamente infravalorado y mal remunerado, y que las condiciones son peores que en muchos otros sectores con presencia principalmente femenina”.

Se trata de un sector profesional infravalorado a pesar de su carácter esencial y que refleja, como reconoció la Fair Work Commission, una cuestión de desigualdad de género. “En términos simples: esto pasa porque el trabajo de atención se asocia a un trabajo que las mujeres deberían supuestamente hacer de forma gratuita”, precisa Sara Charlesworth. “Durante mucho tiempo, asumimos que estas trabajadoras lo hacían por bondad, porque les gustaban las personas mayores. Porque habían crecido naturalmente impregnadas de cualidades humanas. Los empleadores consideraban que simplemente poseían cualidades, no competencias”.

Así, ante las instancias jurídicas australianas, en el momento de justificar la reclamación de mejores salarios, Jocelyn y Linda han tenido que detallar las realidades de una profesión compleja y agotadora, para la cual se requieren competencias específicas.

Ambas debieron dar su testimonio ante la Fair Work Commission. “Es un trabajo muy complejo. Es muy físico y a veces es muy exigente desde el punto de vista mental porque en realidad es necesario ser capaz de adaptarse. Todas las guardias son diferentes: cualquiera puede sufrir un ataque o una caída...”, recuerda Linda, que “se enorgullece” de haber podido representar a su profesión ante la comisión.

Dejar de ser invisible

Más allá de los testimonios de Jocelyn, Linda y Sara, estos últimos años también han permitido a la profesión dejar de ser invisible. Desde la Australian Nursing & Midwifery Federation, organismo nacional que supervisa las secciones sindicales en los diferentes estados, se observó que se puso de relieve el “valor de las enfermeras y las auxiliares de enfermería” durante la pandemia de covid-19. “Hubo un apoyo importante de la sociedad”, reconoce Julie Reeves, enfermera que forma parte de la dirección del sindicato nacional.

“Demostramos lo resilientes que éramos”, continúa Jocelyn Hofman. “Continuamos asistiendo a nuestros residentes, aunque fuera aterrador en esos momentos porque no sabíamos lo que pasaba. Es irónico que haya tenido que haber una pandemia para que las autoridades se den cuenta de la importancia de nuestro sector”.

Para Lloyd Williams, secretario nacional del Health Services Union, la decisión de la Fair Work Commission relativa al aumento de los salarios representa una compensación mínima, la cual, no obstante, reconoce por fin la importancia del sector de la atención a las personas mayores.

“El expediente sobre el valor del trabajo presentado por el HSU fue un momento decisivo. Más que un simple aumento salarial, se trata de reconocer la contribución inestimable de los trabajadores de este sector, que son desde hace mucho tiempo los héroes invisibles de nuestro país”.

Sin embargo, según los diferentes actores entrevistados del sector, todavía queda mucho hasta un reconocimiento justo. En primer lugar, porque los aumentos salariales han sido escalonados por el gobierno y no serán totalmente percibidos por las empleadas del sector antes de 2025. “Los aumentos serán percibidos en octubre de este año y en enero del año que viene”, explica por teléfono Lori-Ann Sharp, secretaria adjunta nacional de la Australian Nursing & Midwifery Federation.

Por otra parte, el aumento que llega hasta el 28,5%, que depende el nivel de diploma y de la experiencia que poseen las empleadas, no se aplica a todo el personal. Solo las auxiliares de enfermería y el personal de las residencias de ancianos se beneficiarán.

“En estos momentos, las enfermeras tituladas [las habilitadas a prestar más servicios de atención y tratamientos, y a las cuales deben rendir cuentas las auxiliares de enfermería] esperan la confirmación de otro aumento del 15%”, precisa Lori-Ann Sharp.

Sin embargo, el escalonamiento del aumento salarial es casi un detalle para Linda, que está aliviada de ver, por fin, que baja la presión de los gastos cotidianos. “Lo tendremos dentro de poco. Esto nos inspira y nos ayuda a mantener la esperanza”.

La esperanza. De eso se trata la decisión de la Fair Work Commission. La esperanza, finalmente, de ver actuar a las autoridades para aliviar las crecientes presiones en el sector.

La escasez de personal, una realidad que perdura

Las empleadas esperan en particular que la mejora de los salarios atraiga a más mano de obra. “Nuestro mayor problema es la falta de personal”, continúa Linda. “Si no hay suficiente, no se pueden prestar servicios de atención de la calidad que se desea”.

Jocelyn, que trabaja como enfermera titulada en una residencia de ancianos en el oeste de Sídney, cuenta que a menudo tiene a 80 residentes bajo su supervisión cuando trabaja por la noche. “Tenemos a una auxiliar de enfermería por cada 20 residentes aproximadamente”, añade Jocelyn, que es la única que puede dispensar tratamientos avanzados.

Como se indica en ‘agedcarewatch’, una plataforma puesta en marcha por los sindicatos principales que funciona como un libro de quejas de las trabajadoras del sector, numerosas auxiliares de enfermería denuncian la falta de enfermeras tituladas durante sus horas de guardia.

“La atención a las personas mayores debería ser un derecho humano, no una cuestión financiera”, se indigna Jocelyn Hofman. “Por este motivo, comencé a luchar para que haya enfermeras tituladas las 24 horas del día, 7 días a la semana, en las residencias de ancianos. El estado de nuestros residentes se puede deteriorar en cualquier momento”.

Según la profesora Sara Charlesworth, los primeros aumentos salariales han permitido observar efectos positivos iniciales. “La escasez de personal es una realidad. Sin embargo, tras el primer aumento salarial del 15%, la retención y la contratación han mejorado”, explica, aunque denuncia la falta de acción por parte de los proveedores privados de atención a las personas mayores para “hacer frente a la verdad incómoda”. “Podrían comenzar por ofrecer empleos a tiempo completo en lugar de apoyarse en contratos a tiempo parcial o de corta duración”, estima la profesora.

Por su parte, el Gobierno australiano parece decidido a cambiar la situación. En 2022, los laboristas fueron elegidos con la promesa de reformar en gran medida el sistema de atención a las personas mayores y el compromiso de mejorar los salarios de las trabajadoras del sector y aumentar los efectivos para que las auxiliares de enfermería y las enfermeras puedan dedicar a cada residente más tiempo de atención.

El 12 de septiembre de 2024, el Gobierno del primer ministro Anthony Albanese presentó un proyecto de ley en este sentido, en el que se prometía una inversión de 5.600 millones de dólares australianos (alrededor de 3.460 millones de euros). Un avance celebrado por los actores del sector, pero que no es totalmente satisfactorio. “La ley no va lo suficientemente lejos en materia de responsabilidad y transparencia”, critica Lori-Ann Sharp. “Los administradores de las residencias de ancianos no deben rendir cuentas correctamente de la forma en que gastan el dinero de los contribuyentes”.

Es la misma preocupación que comparte Sara Charlesworth, que considera también que existe un “verdadero problema de falta de transparencia sobre el uso del dinero percibido por los administradores privados”. La investigadora sigue, en efecto, muy “preocupada” por el mantenimiento de estos establecimientos con un principio de “lucro”.

El año histórico que termina y la perspectiva de esta reforma que podría entrar en vigor en julio de 2025 tampoco marcan para las trabajadoras el fin de las preocupaciones y de la lucha. “Está claro que nunca antes hemos tenido algo así, pero vamos a mantener la presión sobre la ministra [de Atención a las personas mayores y de Deporte, Anika Wells]”, matiza Linda Hardman.

“Hay elecciones el año que viene. Queremos asegurarnos de que los políticos también deban rendir cuentas por sus actos”, concluye.

Este artículo ha sido traducido del francés por Raquel Mora

Este artículo ha sido elaborado con el apoyo de la Fundación Ford y se publica bajo una licencia internacional Creative Commons Attribution-NonCommercial 4.0.